domingo, 14 de diciembre de 2008

En España para sobrevivir


Estaba dando un paseo por lo viejo de Pamplona disfrutando de las luces de colores con las que la Navidad nos consagra cada año. Al pasar por la iglesia San Lorenzo vi a una mujer que estaba sentada en la entrada y que pedía dinero. Me acordé de esta práctica y me acerqué a ella. Le pregunté si podía hacerle unas preguntas a cambio de un bollo. Me miró agradecida y me respondió que sí. Me dirigí al quiosco y le compré un bollicao y un croissant relleno. Volví a donde ella, le di los bollos y me senté a su lado. Ella sonreía. Le empecé a explicar para qué quería la información, pero de repente apareció una niña de unos doce años y otra de 7. La mayor me explicó que la mujer no hablaba nuestro idioma, que sólo entendía algunas palabras. Me dijo que la conocía porque su madre la ayudaba y porque ambas eran de Rumania. Le pedí si me podía traducir lo que ella dijera. La niña afirmó y se sentó en las escaleras de la iglesia con nosotras. La otra niña también se sentó con nosotras (luego descubrí que era su hermana). Aquí escribo la entrevista que le hice a la mujer gracias a mi pequeña repentina traductora.

¿De dónde es y hace cuánto vino aquí?
De Rumania y hace tres meses.
¿Por qué se fue de su país?
Porque no tenía donde dormir ni dinero, y tiene tres hijos. El agua llegó a su casa de Rumania.
¿Por qué eligió España?
Está enferma y ha venido aquí porque le ayudan los del centro de salud con el tratamiento.
En este momento la mujer sacó una bolsa con medicinas y repitió la palabra tratamiento. De repente se acerca un hombre y empieza a hablar con ella en un idioma que yo no entendía. La niña al ver mi cara me explica lo que pasa.
Él ha venido y ahora ella se va porque no puede quedarse.
¿Se turnan la puerta de la iglesia? Esta vez me contestó el hombre.
No, todos los días me siento yo aquí. Ella no sabía que yo me siento aquí y se ha sentado.
¿Tenéis sitios establecidos? Le preguntó al hombre.
Sí, sí eso es.
La mujer dice algo y la niña me lo traduce.
Dice que ella ha venido aquí antes.
¿Tú por qué la conoces? Le pregunto a la niña.
Porque yo la he visto desde hace mucho tiempo.
¿Tú también eres de Rumania?
Sí, soy medio rumana y medio rusa. He venido con mi madre. Ella trabaja y mi padre también.
¿Te gusta España?
A mi sí, porque tengo todo aquí.
Veo que la mujer nos mira así que vuelo a preguntar sobre ella. ¿Ha venido sóla aquí?
Sí, sola. Ha dejado los niños allí.
¿Cómo es un día normal para ella? Al traducirle la pregunta la mujer me señala el letrero con el que pide dinero.
Pide en la calle. En los sitio de tabaco también.
¿La gente suele darle dinero?
Sí, le dan comida y dinero también.
¿Dónde duerme?
Donde una amiga.

¿Quiere volver a Rumania?
No tiene dinero para volver.
Pero, ¿ le gustaría?
Dice que no quiere porque no tiene casa y no quiere morir.

La mujer y el hombre se pusieron a hablar de nuevo. La mujer se levantó y el hombre ocupó su lugar. De la iglesia comenzó a salir gente así que pensé que era un buen momento para acabar la entrevista. Le pregunte si podía sacarle una foto y accedió. La niña nos la sacó. Le di las gracias a las dos. Me despedí y continué mi paseo. Eso sí, antes de irme le di dos euros a esta mujer con la que sólo compartí diez minutos pero de la que seguro que me acordaré.

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